Los índices de violencia aumentan con más fuerza en cada ciudad, sin embargo, no nos cuestionamos de dónde proviene o dónde se origina tanta violencia. Ahora, si nos detenemos a pensar que la violencia comienza fuertemente en nuestro plato, o como decía Paul Mcartney: "Si los mataderos tuviesen paredes de vidrio todos seríamos vegetarianos", o el mismo León Tolstoy: "Mientras sigamos comiendo animales no podemos esperar una condición ideal en este mundo", todo ello sería mucho más claro, entenderíamos el por qué tanta sangre y sufrimiento, cómo la violencia se trasporta del matadero al almacén y luego a tu casa… la violencia es disfrutada por sus hijos y toda su familia. Es necesario que detengamos esta masacre y empecemos por nosotros mismos.
¿Qué sacamos con pedir paz, pedir amor, y convertirnos en pedigüeños, si exponemos a los demás seres sensibles a las más dolorosas condiciones y las más aberrantes torturas...? Yo quisiera, por un lado, cuestionar todo el sistema y a los gobernantes que mueven las cuerdas de esta matrix, y que permiten que matarifes y sus empresas hagan de las suyas sin tomar en cuenta el futuro de los jóvenes, el presente sangriento y el oscuro pasado, sin comprender y haciendo ojos ciegos e insensibles ante las aberraciones humanas… y porque han puesto la carne en nuestro plato nos acostumbramos a contemplar la violencia y ser partícipes de ella.
No quisiéramos seguir viendo esto en nuestra mesa, por lo tanto, seguimos esta campaña para entusiasmar a los demás a que saquen el sufrimiento —la carne— de su plato, y que nos alimentemos sin la necesidad de matar a un animal, que no nos alimentemos de lo que el filósofo Peter Singer llamó "un cadáver".
Revolución vegetariana
